Estimado Sr. Presidente:
Usted está plenamente consciente de que la historia de la libertad es una historia de desobediencia civil hacia las leyes o prácticas injustas. Como sermoneaba Edmund Burke: "Lo único que hace falta para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada".
La desobediencia civil no es la primera opción, sino que la última. Henry David Thoreau escribió con profunda moderación en La Desobediencia Civil: "Si la injusticia es una parte de la necesaria fricción de la maquinaria del gobierno, déjalo ir, déjalo ir: si acaso se suaviza, ciertamente la máquina se desgastará. Si la injusticia tiene un resorte o una polea o una cuerda o una manivela exclusivamente para sí misma, entonces tal vez quiera considerar si el remedio no será peor que la enfermedad; pero si es de tal naturaleza que requiere que usted sea el agente de injusticia hacia el otro, entonces, digo, rompa la ley. Deje que su vida sea una contra-fricción para detener la máquina”.
La filosofía moral de Thoreau se manifestó durante los juicios de Nuremberg, en donde "seguir las órdenes" fue rechazado como una defensa. De hecho, la ley militar requiere la desobediencia a las órdenes claramente ilegales.
Un capítulo oscuro en la historia de Estados Unidos de la Segunda Guerra Mundial podría no haber sido escrito si el entonces Fiscal General de Estados Unidos hubiera renunciado en lugar de participar en los campos de concentración racistas en donde se encarcelaron a 120.000 ciudadanos americanos-japoneses y extranjeros residentes.
La desobediencia civil a la Ley de Esclavos Fugitivos y a las leyes de Jim Crow provocó el fin de la esclavitud y la revolución moderna de los derechos civiles.
Sostenemos que las desclasificaciones que hace Edward J. Snowden sobre los abusos de vigilancia hacia los americanos bajo la Acta Patriótica § 215, las Enmiendas a la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera § 702 o de otro tipo, fueron sancionadas por la larga tradición de la filosofía moral de Thoreau y justificadas por la desobediencia civil. Desde 2005, el Sr. Snowden había sido empleado por la comunidad de inteligencia. Se encontró a sí mismo como un cómplice secreto, espiando indiscriminadamente a millones de ciudadanos inocentes, contrario al espíritu, si no a la letra, de la Primera y la Cuarta Enmienda, y a la transparencia indispensable para el autogobierno. Los miembros del Congreso a los que se les confió información relacionada, se mantuvieron en silencio o délficos. El Sr. Snowden se enfrentó a una elección entre el deber cívico y la pasividad. Él pudo haber recordado el mandato de Martin Luther King, Jr.: " Aquel que acepta pasivamente el mal está tan involucrado en él como el que ayuda a perpetrarlo". El Sr. Snowden eligió el deber. Su administración vengativamente respondió con una denuncia criminal alegando violaciones de la Ley de Espionaje.
Desde el inicio de su administración, la discreción con que ha tratado a los programas de vigilancia orwelliana de la Agencia de Seguridad Nacional, ha frustrado una conversación nacional acerca de su legalidad, necesidad, o moralidad. Dicho sigilo (combinado con la negligencia del Congreso) provocó la desclasificación de información de Edward, lo que produjo un debate nacional que usted tardía y cínicamente abrazó. Se ha introducido una legislación en la Cámara de Representantes y en el Senado para reducir o terminar los programas de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), y el pueblo estadounidense está siendo educado y asistido sobre las opciones de política pública existentes. Una mayoría mandó ahora a expresar sus preocupaciones sobre la vigilancia de los estadounidenses que Edward expuso y que usted ocultó. ¡Nos parece desconcertante que usted esté procesando a Edward por llevar a cabo lo que usted ha dicho que con urgencia debía hacerse!
El derecho a mantenerse alejado del fisgoneo del gobierno - el más preciado derecho entre las personas civilizadas - es la piedra angular de la libertad. El Juez del Tribunal Supremo, Robert Jackson, sirvió como Fiscal Jefe en Nuremberg. Él aprendió de las dinámicas del Tercer Reich que aplastaron una sociedad libre, y que representa una lección para los Estados Unidos de hoy en día.
Escribiendo en Brinegar versus los Estados Unidos, el Juez Jackson explicó:
La Cuarta Enmienda establece:
"El derecho del pueblo a tener seguridad para sus personas, domicilios, papeles y efectos, en contra de registros e incautaciones irrazonables no será violada, y ninguna autorización se publicará, a no ser de que haya una causa probable, apoyada por juramento o afirmación, donde se describa específicamente el lugar que debe ser registrado y las personas o cosas que hayan que incautar"
Esto, protesto, no son meros derechos de segunda clase, sino que pertenecen al catálogo de las libertades indispensables. Entre las privaciones de derechos, ninguno es tan efectivo para intimidar a una población, aplastando el espíritu del individuo y poniendo el terror en todos los corazones. La incontrolada búsqueda e incautación son una de las principales y más eficaces armas en el arsenal de cada gobierno. Y uno necesita sólo brevemente haber vivido y trabajado en un pueblo poseedor de muchas cualidades admirables pero privado de estos derechos para saber que la personalidad humana se deteriora y la dignidad y la autosuficiencia desaparecen donde los hogares, las personas y los bienes están sujetos en cualquier momento a la inesperada búsqueda e incautación por parte de la policía.
Encontramos así que el celo de su gobierno por castigar el ejercicio de deber cívico para proteger los procesos democráticos y salvaguardar la libertad realizada por el Sr. Snowden, es inmoral e indefendible.
También estamos consternados por el desdén de su gobierno por respetar el debido proceso, el estado de derecho, la imparcialidad, y la presunción de inocencia para Edward.
El 27 de junio de 2013, el Sr. Fein escribió una carta al Fiscal General declarando que el padre de Edward estaba sustancialmente convencido de que su hijo regresaría a Estados Unidos para enfrentar los cargos presentados en su contra si se le garantizaban tres pilares fundamentales del proceso. La carta no era un ultimátum, sino una invitación para discutir los imperativos de una justicia procesal justa. El Fiscal General se ha burlado de la propuesta con un estudiado silencio.
Por tanto, sospechamos que su gobierno desea evitar un juicio, debido a las dudas constitucionales acerca de la aplicación de la Ley de Espionaje en estas circunstancias, y a las obligaciones de revelar al público información clasificada potencialmente embarazosa en virtud del Acta de Procedimientos de Información Clasificada.
Su decisión de forzar el aterrizaje de un avión civil que transportaba al presidente de Bolivia, Evo Morales, con la esperanza de secuestrar a Edward, tampoco inspira confianza en que usted esté comprometido en proveerle un juicio justo. Tampoco lo hace su negativa a recordarle al pueblo estadounidense y a prominentes demócratas y republicanos en la Cámara de Representantes y en el Senado, como al Representante de la Cámara John Boehner, la congresista Nancy Pelosi, la congresista Michele Bachmann, y la senadora Dianne Feinstein, que Edward goza de una presunción de inocencia. Él no debe ser condenado antes del juicio. Sin embargo, el Representante Boehner ha denunciado a Edward como un “traidor”. La sra. Pelosi ha pontificado que Edward "si violó la ley en cuanto a la liberación de esos documentos". La sra. Bachmann ha pronunciado que "este no fue el actuar de un patriota; este fue el actuar de un traidor”. Y la Sra. Feinstein ha decretado que Edward es culpable de “traición", acto definido en el artículo III de la Constitución como “hacer la guerra” contra los Estados Unidos, o “unirse a sus enemigos, dándoles ayuda y consuelo ".
Usted ha permitido que esta cuádruple afrenta hacia un debido proceso suceda sin reprensiones, en tanto que ha menospreciado a Edward como un "hacker" para calumniar sus motivaciones y talentos. ¿Ha olvidado acaso las prédicas de la Corte Suprema en Berger versus los Estados Unidos en cuanto a que los intereses del gobierno “en un proceso penal no es que deba ganarse un caso, sino que se haga justicia?”.
También encontramos reprobable el enjuiciamiento de Edward por la Ley de Espionaje de su administración, en razón de desclasificaciones indistinguibles de las que habitualmente encuentran su camino al dominio público a través de sus representantes de alto nivel, para un beneficio político partidista. Detalles clasificados de sus protocolos de predadores teledirigidos, por ejemplo, se compartieron con el New York Times con impunidad, para reforzar sus credenciales de seguridad nacional. El Juez Jackson observó en Railway Express Agencia, Inc. versus Nueva York que: "Los redactores de la Constitución sabían, y no lo debemos olvidar hoy, que no hay ninguna garantía práctica más eficaz contra un gobierno arbitrario e irrazonable, que requerir que los principios de ley que los funcionarios imponen a una minoría, deban ser impuestos de manera general”.
A la luz de las circunstancias amplificadas anteriormente, le instamos a que ordene al Fiscal General que pase a desestimar la denuncia penal pendiente contra Edward, y que apoye una legislación para remediar los abusos de vigilancia de la NSA que él ha revelado. Tales directivas presidenciales marcarían su mejor momento constitucional y moral.
Atentamente,
Bruce Fein
Abogado de Lon Snowden
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