Roberto Jacoby y Sociedades Experimentales

De un tiempo a esta parte- tiempo que se cristaliza de manera contundente alrededor de Diciembre de 2001- Argentina ha sido vista como un ‘laboratorio social.’ Un denso conglomerado de revueltas, asociaciones, cadenas solidarias, autogestiones, etc, a través de las cuales el pueblo argentino en sus diferentes facciones ensaya maneras posibles de autogobierno irrumpió en la escena del anterior laboratorio de políticas neoliberales donde el FMI y los ineptos y obsecuentes ministros de turno probaban distintas politicas económicas al tiempo que exprimían el cadáver hasta el hueso.

Fábricas tomadas y administradas de manera eficiente por los obreros (en el caso de Textiles Brukman, mayormente por obreras mujeres), la proliferación de comedores solidarios, las asambleas barriales, los grupos de ahorristas manifestando en reclamo por la devolución de sus dineros, y otras tantas ramificaciones de redes sociales, invitaron a muchos activistas y teóricos anti globalizacion a pensar que en Argentina comenzaba a gestarse una revolución cuyo agente era la así llamada ‘multitud’. En este marco de innumerables ‘eventos’ callejeros, muchos de los cuales todavía persisten con fuerza aunque haya cambiado la manera en que son recibidos por la mayoría de la población, las artes se han visto sobrepasadas en su capacidad para dar cuenta de la temperatura social. Teatralidad, acción directa, activismo estructurado simbólicamente, performance, redes, se gestan en las calles, a través de grupos no especializados que demuestran maestría en el manejo de códigos para vehiculizar mensajes de forma altamente eficaz.

Sobre este convulsionado fondo, Roberto Jacoby - figura de lo que en los sesenta se conoció como ‘arte de los medios’- tomando como punto de partida el concepto de ‘Zona Autónoma Temporaria’ de Jakim Bey es el creador de “Sociedades experimentales,” espacio que tiene lugar un sábado por mes en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Jacoby marca su trabajo con las redes de artistas como antecedente de esta propuesta en la cual, a lo largo de cinco horas, los participantes- a quien Jacoby llama ‘audiencia’- trabajan sobre textos de Furier, Frederic Jameson, Perry Anderson, según el ‘menú del día’. Mezcla de asamblea, performance, y clase teórica, las sesiones son coordinadas por uno o dos oficiantes, siempre rotativos, quienes se encargan de exponer el texto- punto de partida. Luego los participantes se reúnen en grupos y uno a uno a lo largo de 60 segundos dan su punto de vista sobre el tema trabajado (por ejemplo, la utopía). En una instancia posterior, cada cabeza de grupo comunica lo discurrido, los distintos asuntos que el tema en cuestión disparó. Estudiantes universitarios, así como chicos y ancianos, asisten a ‘Sociedades experimentales’ donde se han ensayado distintos procesos relativos a la consitución de una sociedad civil. Al momento de mi conversación con Jacoby (Agosto de 2004) se han realizado ya cuatro encuentros, entre los que se destacan el liderado por M777 (colectivo de arquitectos) en donde se partió de la hipótesis de la catástrofe del microsistema ‘nación’. Otras sesiones de ‘Sociedades experimentales’ incluyeron a ‘autogov’ en el que se trabajó con sistemas decisionales, y el anteriormente mencionado sobre la utopía en base a las propuestas de Furier y Jameson.

En la entrevista personal que mantuve con él, Jacoby señaló que uno de los fines de ‘Sociedades experimentales’ es generar formas de conversación (una de las prácticas de Guy Debord señala como perdida para siempre en La sociedad del espectáculo). Quienes son invitados a proponer un tema que oficie de punto de partida presentan también distintos procedimientos para estructurar mínimamente cada encuentro. La estructura del evento es abierta, es decir, sólo se conocen las preguntas, los puntos de partida. El resto se genera in situ, con la participación de los que concurren ese día. En el marco del Centro Cultural Ricardo Rojas, donde un público variado asiste tanto a conferencias como a talleres, ‘Sociedades..’ no funciona ni como unas ni como otros. Los encuentros se reiteran un sábado por mes, pero los asistentes varían. No se requiere inscripción previa, como en los talleres; tampoco se busca la posición anónima, casual, característica del oyente de conferencia.

Al interés que me suscitó tomar conocimiento de esta experiencia, sobretodo como zona generada por Roberto Jacoby en el espacio cultural del Centro Ricardo Rojas, se sumó el hecho de que en una conferencia dedicada a la actualidad del arte conceptual en el mismo Rojas, la joven curadora Eva Grinstein incluyó ‘Sociedades experimentales’ como parte del trabajo que están realizando colectivos artísticos en los que se observa un retorno a la disolución de la delimitación arte/ vida pero esta vez con características distintas a las postuladas en los sesenta. Grinstein identificó estas prácticas como generadoras de obras no necesariamente visibles en las que se pretende una ampliación de los campos de acción, de los territorios de operación más allá de los meramente destinados a la producción y consumo artísticos per se.

La invitación que Jacoby formula, tanto a teóricos como a artistas y audiencia, parte de la base de que el arte es en sí una zona autónoma temporaria. ‘Sociedades experimentales’ en su estructura de obra abierta plantea el problema de la autoría. “Quién es el autor, el que hizo las preguntas o el de las respuestas.?”- se pregunta Jacoby. ‘Sociedades experimentales’ podría ser visto como un teatro que da por tierra con la idea de representación, concepto en crisis tanto en el terreno artístico como en el político. Dramaturgia difusa y dispersa, esta zona temporaria, que los participantes se apropian para sí a partir de una invitación precisa, resuena, en un tiempo y espacio distinto, con los piquetes, las asambleas, las fábricas recuperadas, las cacerolas que braman afuera. Este es un espacio otro, otro ‘nodo’ de estas redes que traman nuevos modos de hacer en sociedad. Tal vez lo que constituya fuertemente a este espacio es la experimentación en acto, la pregunta por el lugar del intelectual y del arte en las sociedades que se bosquejan, que cristalizan, y se disuelven. Destino de zona autónoma, ejercicio para dar un lugar, precario e instable, a la utopía, aquella que, según Jacoby performó en una de las “Sociedades..’ citando a Jameson, ‘es más auténtica cuando no podemos imaginarla. Su función no reside en ayudarnos a imaginar un futuro mejor sino más bien en demostrar nuestra incapacidad para imaginar ese futuro, nuestro aprisionamiento en un presente no utópico sin historicidad o futuridad.’ El arte, entonces, como señalamiento. Momento conceptual, ‘Esto no es una pipa.’ Esto es una sociedad.


Marsha Gall es directora teatral y miembro fundador de Producciones ParaNada. Actualmente se encuentra completando el programa de doctorado en Estudios de Performance en la Universidad de Nueva York. Prepara junto a Diana Taylor una antología de textos fundamentales en el campo de performance que saldrá editado en español y portugués en el 2005 por el Fondo de Cultura Económica y la Universidad Federal de Minas Gerais. Es editora responsable de e-misferica.