Mobile Selves: Race, Migration, and Belonging in Peru and the U.S. de Ulla D. Berg

Berg, Ulla D. 2015. Mobile Selves: Race, Migration, and Belonging in Peru and the U.S. New York: New York University Press. 336 pages. $49.00 cloth.

En Mobile Selves: Race, Migration, and Belonging in Peru and the U.S. (2015), Ulla D. Berg, lleva de forma magistral a sus lectores a través de la vida, es decir, de los itinerarios, avatares, dilemas y aspiraciones de un grupo de migrantes de origen peruano, asentados en los EEUU. Para eso toma en cuenta tanto las estructuras como las voluntades que intervienen en la organización social y la producción de la movilidad. En ese sentido el gran tema del libro es el movimiento. El movimiento entendido en un sentido antropológico, como una acción fundamental y fundacional de sujetos y colectividades, realizada por y constitutiva de subjetividades y de mundos sociales, así como lo son otros ámbitos de acciones: la reproducción, la subsistencia, el poder, el afecto, la imaginación, la representación o la comunicación. En palabras de Berg, “Este libro, entonces, ofrece un análisis de cómo los migrantes, que actúan sobre un mundo en movimiento, se construyen a sí mismos como seres sociales en y por el movimiento, al mismo tiempo que son “producidos” por estructuras, instituciones, procesos y tecnologías.” (12).

En ese sentido, sólo decir que el libro trata sobre la migración sería en cierto modo reducir el horizonte de la rigurosa exploración y sofisticada reflexión etnográfica que Berg ha llevado a cabo. Si bien el fenómeno migratorio es clave en lo que respecta al desplazamiento espacial de personas, objetos e imágenes; la propuesta de Berg va más allá. Ésta consiste en explorar más bien las movilidades que el desplazamiento migratorio genera en los afectos, las relaciones sociales, las identidades de clase y de raza, y la conciencia política de las personas y grupos que conforman su campo de estudio. En tanto prácticas sociales, estas movilidades implican experiencias corporizadas a través de mediaciones culturales y tecnológicas.

Como un estudio de caso, Mobile Selves nos acerca a los avatares de un grupo específico de personas que sin embargo en el libro nunca llegan a tomar la forma de un grupo homogéneo, claramente delimitado y localizado. Siendo coherente con su propuesta de una “etnografía ambulante” (“ambulant ethnography”) Berg opta por realizar su recuento, a través de aquellas personas que “llegué a conocer muy bien” (p. 2), durante un extenso trabajo de campo de casi 30 años. Es a través de ellos que Berg fue construyendo su itinerario de campo, así como la trama de su etnografía. Los personajes de su estudio son originarios de comunidades rurales del valle del Mantaro en Perú, que en su tránsito entre varias ciudades de destino como Huancayo y Lima en Perú, y Miami, Washington, D.C., y Paterson, New Jersey, entre los años 1980 y 2010, construyen sus existencias con un afán de permanente superación – “salir adelante” como ellos mismos lo llaman.

En el recuento que la autora hace, se presta especial atención a cómo estas personas llevan adelante su proceso de auto-construcción a través de la gestión de sus desplazamientos migratorios, de sus relaciones y afectos familiares y comunales, y de sus actuaciones públicas y prácticas comunicativas, respondiendo así a condicionamientos que provienen de las estructuras sociales en las cuales se encuentran insertas, tanto en los lugares de origen y destino, como en los espacios mediáticos que se generan entre ambas localidades y que viabilizan lo que Berg denomina remote sensing (percepción remota). Tales estructuras responden a particularidades históricas y culturales. En el caso del Perú, éstas se encuentran imbricadas a un proyecto nacional de características post-coloniales y más recientemente a una refundación en términos neoliberales; mientras que en el caso de USA éstas emergen de una larga y consistente historia de inmigraciones, pero que al mismo tiempo ajusta sus políticas de inmigración siguiendo los mandatos de seguridad nacional, primero en el marco de la guerra fría y luego en el contexto de la internacionalización del terrorismo posterior a los acontecimientos del 11 de septiembre. En ambos casos, aunque de modos distintos, se observa la configuración de formaciones raciales y de ciudadanías diferenciadas que son el escenario en el cual los sujetos del estudio de Berg ponen en acción su movilidad. Por otro lado, estas formaciones locales y nacionales se superponen y retroalimentan mutuamente dando lugar a estrategias aparentemente paradójicas como construir una existencia en los EEUU con el fin de movilizar una identidad y un reconocimiento –Berg lo denomina “formas de llegar a ser peruanos” (25)– a los que no habrían podido aspirar quedándose en el Perú.

A través de los seis capítulos, además de la sección introductoria y las conclusiones en los que está organizado el libro, Berg va dando cuenta con gran detalle y sensibilidad etnográfica de las maneras complejas en las que condiciones y especificidades históricas, estructurales y coyunturales interactúan con biografías personales y familiares estableciendo imperativos que abren posibilidades, establecen límites y plantean dilemas y tensiones a los sujetos en sus esfuerzos por hacerse a sí mismos. Como queda claro en el libro, la migración es anhelada por muchos y constituye un mecanismo eficaz de superación en un sentido económico, de identidad social y de condición ciudadana, pero opera también como un mandato que impone una serie de exigencias que generan tensiones y sufrimientos, especialmente en el caso de las mujeres—por ejemplo, entre el afecto materno y el deseo de superación, entre el proyecto personal y las expectativas familiares y comunales. En este escenario aparecen además otros actores con los cuales se entrelazan las trayectorias y experiencias de los migrantes y sus familias. Estos otros encarnan a las comunidades rurales y sus lazos de reciprocidad; al estado y sus políticas migratorias; a la industria de la migración y sus modalidades de acción, y, a las organizaciones de migrantes social y racialmente diversas, y de agendas diferenciadas.

A partir de los hallazgos que se presentan en Mobile Selves, la autora problematiza una serie de aspectos relevantes que afectan de manera sensible a los sujetos de estudio y que se constituyen en elementos críticos en sus proyectos de auto-construcción y superación. Así por ejemplo, las aspiraciones de orden personal no pueden escapar a los regímenes raciales y de ciudadanías diferenciadas que operan en todos los espacios y niveles por los que estos migrantes transitan. Por el contrario, en el contexto de las movilidades desplegadas, estos regímenes se hacen más evidentes y los sujetos ganan perspectiva en relación al lugar que ocupan en sus estructuras. Los hallazgos también apuntan a las formas complejas en que estos regímenes son contestados en ámbitos cotidianos, así como en confrontación pública con el estado. En otras palabras, la identidad racial y de clase y el reconocimiento ciudadano se configuran en agendas personales y afectivas al mismo tiempo que políticas, y operan en la intersección entre lo privado y lo público; entre lo local, lo nacional y lo transnacional; y entre la sociedad civil y el estado. De acuerdo a Berg, tales esfuerzos se articulan en torno a la figura del ciudadano de clase media, cosmopolita y transnacional, que opera a modo de una arena discursiva y performativa en la cual se significan y adscriben identidades y se construyen y validan pertenencias. Así también la autora encuentra que la realización de las aspiraciones de superación puede implicar formas sutiles de reproducción de formaciones raciales y ciudadanas de exclusión.

En Mobile Selves ciertamente se discuten varios temas de interés que podrían dar pie a reflexiones puntuales. Para terminar, sin embargo, me referiré solo a tres que están estrechamente vinculados a la metáfora de la movilidad en torno a la cual se articula la propuesta conceptual, temática y metodológica del libro. En primer lugar pienso que hablar de sujetos móviles, implica un esfuerzo sumamente inspirador para trascender las dicotomías y esencialismos que la noción de identidades múltiples no ha logrado superar del todo. Por el contrario, Sujetos móviles invita a pensar en términos de capacidad de maniobra, de estrategia, así como de desempeño y reflexividad performativos. En esta misma línea considero que un aporte importante del trabajo de Berg es la discusión que abre con respecto al papel de las prácticas performativas y mediáticas en la gestión de la movilidad. La noción de remote sensing por ejemplo, permite repensar y afinar nociones como las de comunidades imaginadas (B. Anderson) y cultura pública (A. Appadurai) en el marco de las transformaciones tecnológicas de las últimas décadas.

Un segundo tema se refiere a la propuesta de lo que Berg llama etnografía ambulante. Esta forma de pensar el ejercicio etnográfico guarda coherencia con la noción de sujetos móviles, y en ese sentido implica, como ella misma afirma, una estrategia algo distinta que la de una etnografía multisituada (Marcus), que consiste en “situar la capacidad de acción de las personas en los múltiples contextos espaciales y temporales en se mueven, se establecen o se moldean a sí mimas” (30). En ese sentido, Berg ha logrado hacer un excelente trabajo, no solamente por el modo en que ha sabido gestionar su propia movilidad durante un trabajo de campo de varias décadas de acompañamiento a sus sujetos de estudio a través de sus múltiples trayectorias y contextos cambiantes, sino además porque en el texto etnográfico la voz autorial de Berg realiza una serie de movimientos que considero estratégicos en aras de una mayor reflexividad—lo cual logra introduciendo una serie de viñetas en las que se nos presenta como la etnógrafa ambulante—así como en función de ganar—al igual que los personajes de su etnografía—en competencias para ser una antropóloga cosmopolita. Si bien Berg se encuentra profesionalmente inserta en la academia de los EEUU y tiene como su horizonte los debates de la antropología anglosajona y los estudios Latino Americanos, como antropóloga cosmopolita tiene la sensibilidad y manejo para moverse entre y relacionarse con espacios académicos distintos. En el texto hay momentos en los cuales Berg tiene como su interlocutor a la academia peruana, no solo porque se dirige a ella sino porque a través de los temas que aborda en su etnografía participa de una larga tradición de estudios y debates propios de la antropología peruana. En otras palabras, Mobil Selves está también concebida y escrita desde y para el Perú.

En ese sentido destaco como tercer tema de interés en el libro de Berg, precisamente el aporte de su etnografía a un argumento largamente discutido en las ciencias sociales peruanas acerca de la movilidad y de su gestión como un elemento distintivo de las sociedades andinas. En los años 80 este argumento inspiró los estudios sobre la migración del campo a la ciudad y articuló una de las líneas interpretativas sobre el proyecto nacional peruano, en torno a la noción del mito del progreso, desarrollada por Carlos Iván Degregori en oposición a la noción de la utopía andina propuesta por Alberto Flores Galindo. En ese entonces el protagonista del mito del progreso estaba encarnado en la figura del migrante andino al que se le atribuían creatividad, gran capacidad de adaptación y reacción, versatilidad y un enrome deseo de superación. Hoy en el contexto de las reformas neoliberales de los 90, la movilidad de las sociedades andinas y el desempeño de sus sujetos se encuentran encarnados en la figura del emprendedor. Más aun, el emprendedurismo, se ha constituido en un campo discursivo y performativo en el cual distintos actores se disputan el reclamo por ser reconocidos como legítimos ciudadanos peruanos. Este fenómeno tiene una serie de implicaciones con respecto a los términos en los cuales se vienen redefiniendo viejas formas de clasificación y marginación social, al mismo tiempo que se instituyen otras nuevas; al surgimiento de nuevos argumentos y performatividades para reclamar reconocimiento y ciudadanía; y a la instrumentalización de las identidades culturales en favor de los requerimientos del mercado. Estos son algunos de los temas que el contexto actual plantea con respecto a la identidad nacional y la ciudadanía en el Perú, y que apenas están empezando a ser estudiados. En ese sentido, el trabajo de Berg y en particular su discusión crítica sobre las figuras del peruano laborioso y el peruano folklórico, como estrategias para validar la condición de inmigrante en los EEUU, se inscribe perfectamente en la discusión de estas problemáticas, y constituye un aporte fundamental. En concordancia con los conceptos de etnografía ambulante y remote sensing, la etnografía de Berg, permite entender al Perú desde los sujetos peruanos migrantes radicados en EEUU.

Si bien el argumento sobre la habilidad de moverse como una particularidad de la sociedad andina y su recurso más eficaz para responder a situaciones de marginación y lograr protagonismos sobre la propia existencia, atraviesa todo el libro de Berg, su recuento también nos muestra que se trata de una particularidad adquirida con mucho esfuerzo y sufrimiento, y no siempre por propia elección. La movilidad constituye en este sentido también un mandato. Considero que es precisamente en torno a este mandato que el diálogo entre Mobile Selves y la agenda de investigación sobre la identidad y ciudadanía nacionales en el Perú puede llevar a discusiones interesantes y ser fructífero. Particularmente, si tomamos en cuenta que en el régimen neoliberal la movilidad constituye precisamente un imperativo que opera a través del emprendimiento como estilo de vida y como ideología.

Por la concepción teórica que articula el libro, por el rigor y profundidad etnográficas que dan sustento a la investigación y por la creatividad y fineza en que se relata el itinerario de los actores, este libro es una lectura necesaria para avanzar en los debates planteados y para la difícil tarea docente de enseñar qué es hacer etnografía.


Gisela Cánepa es profesora principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Facultad de Ciencias Sociales, en el área de Antropología y fundadora del programa de maestría en Antropología Visual de la Escuela de Posgrado. Obtuvo su doctorado en Antropología en la Universidad de Chicago, Illinois (USA). Ha obtenido varias becas de investigación, como la George Foster Research Fellowship de la Fundación Alexander von Humboldt (2014-2015). Por mucho tiempo ha investigado y publicado sobre rituales andino y actos festivos como espacios públicos para la formación, la negociación y la impugnación de las identidades étnicas, regionales y nacionales, así como para la puesta en escena de declaraciones públicas sobre la ciudadanía. Además ha editado cuatro videos de la Serie Video Etnográficos del IDE-PUCP. Actualmente viene investigando sobre el neoliberalismo como régimen cultural y la problemática del poder, asi como en torno a las visualidades emergentes en el ámbito de la publicidad y los medios digitales.