Tierras en trance: arte y naturaleza después del paisaje de Jens Andermann

Andermann, Jens. Tierras en trance: arte y naturaleza después del paisaje. Santiago de Chile: Ediciones Metales Pesados, 2018. 462 págs. £ 18,500 (pesos chilenos). $16.66 edición Amazon Kindle.

Andermann, Jens. Tierras en trance: arte y naturaleza después del paisaje. Santiago de Chile: Ediciones Metales Pesados, 2018. 462 págs. £ 18,500 (pesos chilenos). $16.66 edición Kindle.

Tierras en trance: arte y naturaleza después del paisaje es un tour de force, un libro extraordinariamente ambicioso. Se trata de una reflexión comprensiva sobre lo que Andermann denomina “la modernidad estética latinoamericana”. Su proyecto es trazar, a través de los últimos 120 años, los esfuerzos de artistas latinoamericanos para lidiar con la herencia del paisajismo como forma constitutiva de relación entre el sujeto humano y lo no humano. A través de un inmenso conjunto de materiales y casos muy variados, el autor recupera en la expresión creativa latinoamericana un trabajo constante, urgente, imperativo, de cuestionar, interrumpir, disolver, redirigir, superar, deshacer, desautorizar, y reemplazar el paisajismo, modo expresivo principal por el cual Europa creaba su sujeto imperial y se relacionaba con sus territorios subyugados.

Tierras en trance moviliza plenamente las metodologías desdisciplinarias y transdisciplinarias de nuestro tiempo para abarcar en conjunto expresiones de la literatura, las artes plásticas, el cine, la fotografía, la arquitectura pública y privada –parques, jardines, avenidas, casas– junto con prácticas no artísticas como el transporte, el turismo, la vida cotidiana. “¿Por qué --pregunta Andermann-- no hacerle a un edificio o un parque las mismas preguntas que le haríamos a un poema o a un cuadro, preguntas acerca de las historias que narra sobre ese lugar, y de cómo se acomoda a nuestras miradas y nuestros cuerpos para que lo habitemos?" (141).

El libro se destaca por la extraordinaria riqueza del detalle histórico que reúne. En un fascinante capítulo sobre la mecanización del viaje a partir de 1900, por ejemplo, el autor recorre la historia de la llegada del auto a América Latina, las cifras de importación, el problema de falta de repuestos, la fecha del primer recorrido de Río de Janeiro a São Paulo, y de Río de Janeiro hasta Lima, un viaje imposible, atravesando en camión el Matto Grosso, la selva y la cordillera, que comenzó en 1926 y terminó dos años después.

Jens Andermann, profesor de literatura latinoamerican en la Universidad de Nueva York, es un aficionado del detalle, del dato, del análisis formal, del close reading. Una de sus grandes capacidades como investigador es la de sumergirse en detalles sin perder de vista el Big Picture, el hilo analítico del argumento y la conciencia de lo que está en juego. Sus síntesis convencen, entonces, y al mismo tiempo señalan los hilos sueltos que se les escapan. Leer este libro es entregarse a la densidad y al dinamismo de la modernidad latinoamericana y de su deslumbrante disolución, ahora que “las bases constitucionales del pensamiento moderno se han tornado inconvincentes” (24).

El libro parte del momento en que las vanguardias urbanas en México, Brasil, y Argentina, empiezan a rehacer el viaje, despaisajándolo, inaugurando una “práctica experimental de indagar en un nuevo espacio-tiempo atravesado por la tecnología” (29). Las vanguardias desarrollan el punto de vista móvil, errante, autodirigido producido por el automóvil y representado por medio de la película, el rodaje. El paisaje aquí ya es móvil. La larga y elaborada contemplación desde el promontorio, tropo del explorador europeo, es reemplazada, por ejemplo, por los frenéticos recorridos a larga distancia de Eisenstein y su equipo por todo México, buscando captarlo todo, en códigos visuales que no reprodujeran el exotismo colonial – en busca de un exotismo revolucionario, descolonizado.

Luego los modernistas brasileros, encabezados por Oswald de Andrade y Tarsila do Amaral (y antes, por Euclides da Cunha), quienes deliberadamente desfamiliarizan los discursos paisajistas en nombre de una reposesión del espacio nacional (55). Por medio del auto, las vanguardias urbanas se convierten, entonces, en “turistas aprendices”, término de Mário de Andrade, al mismo momento en que las industrias extractivistas se mecanizan y intensifican su explotación. El automóvil, afirma el autor, permite que “la periferia se territorialice” (99). Es una brillante observación.

Otro capítulo que fascinó especialmente a esta lectora es el tercero, sobre la “Naturaleza Insurgente”. Aquí, Andermann se enfoca en un corpus de obras literarias rurales y regionalistas que se distinguen de las vanguardias urbanas, y que retratan y narran a una naturaleza que “resiste al avance modernizador”. Nada turístico aquí. Las figuras principales son ese cuarteto maravilloso: Horacio Quiroga, Graciliano Ramos, João Guimaraes Rosa y Juan Rulfo (al cual se debería, creo, agregar un trio femenino, Rachel de Queiroz, Marta Brunet, Nelly Campobello).

Andermann propone “leer en los cuentos del regionalismo latinoamericano la emergencia de una historia natural del antropoceno” (196). En esta literatura ecocrítica emergente, según el autor, no se trata del lamento por la violación de una naturaleza prístina (lo cual sería apenas una variante del paisajismo clásico) sino de una naturaleza insurgente que se levanta en contra del borde que la separa de lo humano, borde eregido por los humanos” (183).

Guiados por Andermann, empezamos a ver aquí no solo la superación total del paisajismo, sino también los comienzos de una óptica post-humana, el movimiento hacia a una verdadera transformación de las relaciones entre humanos, geografía y la totalidad de las formas de vida y no-vida. Estas iniciativas artísticas en la primera mitad de siglo XX acompañan la desforestación acelerada y la explotación intensificada de los “recursos naturales” en las economías de exportación. Ya hay una conciencia de lo que es el desastre ecológico.

Y aquí Andermann toma un paso muy original que demuestra su talento de archivista. Al lado de su relectura del canon literario, incorpora un corpus absolutamente marginado, si no olvidado, por la academia: el ensayismo regional producido por intelectuales locales, a veces orgánicos, como El bosque sin leyendas de Orestes di Lullo (Argentina 1937) y Sol alto de Bernardo Canal Feijóo (Argentina 1932), testigos lúcidos de los anti-paisajes de la desforestación, la desertifiación y la monocultura. Es un corpus inmenso dentro de las letras latinoamericanas, hasta ahora casi sin lectores, y que adquiere riqueza y relevancia con los nuevos acercamientos ecológicos, posthumanos y postnaturales.

Al final de este maravilloso capítulo, Andermann hace otro giro brillante. Incorpora a la literatura de la selva otro corpus posterior que todos conocemos: el testimonio guerrillero. Leer a Omar Cabezas, Mario Payeras y al Che Guevara a partir de Horacio Quiroga y José Eustacio Rivera resulta ser un ejercicio absolutamente deslumbrante.

Los últimos dos capítulos del libro trazan la consolidacion del “giro ambiental” en la expresión contemporánea. Subrayo como especialmente reveladora la sección final titulado “Bioarte, arte ecológico y la inespecificidad de lo viviente”. Aquí el autor, en otra brillante conjugación de detalle y síntesis, revisa la producción latinoamericana actual de bioarte, por un lado, y del arte ecológico, por el otro. En el primero vislumbra verdaderas posibilidades de crear nuevas formas de interacción entre humanos y formas de vida no humanas. En los estudios ecológicos científicos ha nacido una especialidad analítica nombrada “interaccion interespecies”. Al estudio empírico el bioarte agrega el compromiso creativo, la demanda de inaugurar algo nuevo. El imperativo creativo, según Andermann, requiere sobre todo que los humanos aprendan a volverse “inespecíficos”, que cultiven la capacidad imaginativa de disolverse en la totalidad de lo vivo y lo no vivo, para crear desde allí. Mientras tanto, la otra categoría, el arte ambiental se esfuerza por captar la inmensa escala de la emergente catástrofe por medio de una fusión, nota el autor, de la ciencia y la estética de lo sublime.

Sabemos que los grandes procesos de cambio sociohistórico (pensemos en el feminismo) exigen y generan nuevas lecturas de los cánones, hacen hablar nuevos corpus que antes no nos hablaban, imponen y motivan nuevas exigencias creativas. Mirando alternativamente para adelante y para atrás, Tierras en trance propone una compleja genealogía del pasado del futuro vivible y radicalmente transformado que se está intentando construir. Será el punto de referencia de muchas conversaciones por venir.


Mary Louise Pratt es profesora Silver de los Departamentos de Español y Portugués y de Análisis Sociocultural de la Universidad de Nueva York y una de las críticas más influyentes de los estudios culturales latinoamericanos en las áreas de teoría y crítica del imperialismo; mujeres y cultura impresa en América Latina; teoría cultural latinoamericana; estudios de la globalización; lenguaje y geopolítica. Su más reciente libro se titula Los imaginarios planetarios (Aluvión Editorial: Madrid, 2018).