Leonor Arfuch's Pensar este tiempo. Espacios, afectos, pertenencias.
Alicia Vaggione | Universidad Nacional de Córdoba
Leonor Arfuch, Compiladora. Pensar este tiempo. Espacios, afectos, pertenencias. Buenos Aires: Paidós, 2005. 332 páginas.

Como el título lo anticipa el libro está abocado a la(s) indagación(es) del presente. El verbo “pensar” señala lo imperioso de un gesto, el de la actividad intelectual que pretende acercarse, comprender, caracterizar “este” preciso momento y la consiguiente configuración de un mundo, el de los tiempos que corren. El texto cuenta con el trabajo de compilación de la investigadora argentina Leonor Arfuch y es producto de una experiencia y de un viaje académico a Inglaterra– en el contexto de este libro, el dato no es menor– que posibilitó el encuentro y el diálogo entre diferentes investigadores. La mayoría de los autores presentes son figuras del medio intelectual británico, entre los que se encuentra el teórico argentino Ernesto Laclau residente desde hace 30 años en Londres.
En general, se trata de un texto heterogéneo en lo relativo a entradas teóricas y temáticas. Esta diversidad, de todos modos, no obstruye un interesante juego intertextual de resonancias y discusiones entre los autores presentados. También es interesante señalar que el libro juega con (y construye) un imaginario de época caracterizado por los tránsitos migratorios, el dominio de las finanzas, la biotecnología y los medios de comunicación, pero también tiende a desmontarlo, deconstruirlo, marcando especificidades y diferencias y abriendo el terreno teórico hacia dos categorías muy en boga en la actualidad: la de tiempo y la de espacio.
Los artículos que componen el libro están articulados en tres partes. La primera que lleva por título “Pensar la política” reúne los trabajos de Ernesto Laclau, Scott Lash y Chantal Mouffe. El texto de Laclau “Populismo: ¿qué hay en el nombre?” reflexiona sobre este concepto considerándolo como categoría ontológica, lo que implica, que su significado no ha de encontrarse en ningún contenido político procedente de las prácticas de algún grupo específico, sino en un particular modo de articulación, cuya lógica piensa y describe a lo largo del trabajo. Scott Lash en “Capitalismo y metafísica”, artículo que se caracteriza por su rigor teórico y filosófico, trabaja lo que denomina un deslizamiento del capitalismo físico, basado en la identidad y la determinación externa, hacia un capitalismo metafísico cuyos principios son al autoorganización y la diferencia. Chantal Mouffe en “Política y pasiones: las apuestas de la democracia” se interroga sobre la responsabilidad de la teoría política en relación a la incapacidad actual de pensar en términos políticos. Ante lo que concibe como un desplazamiento de la política por la moralidad, en tanto narrativa central, Mouffe propone considerar a las pasiones como fuerzas propulsoras de “lo político”, entendido en su dimensión de lucha, conflicto y antagonismo.
Los capítulos que forman la segunda parte, titulada “Espacios y culturas migrantes”, se centran en la noción de espacialidad y realizan un valioso aporte al pensar una categoría utilizada en infinidad de contextos, pero nunca lo suficientemente teorizada y explicitada.
El primer artículo de Doreen Massey “La filosofía y la política de la espacialidad” reclama para el presente una nueva imaginación geográfica. La autora propone abrir el espacio a la política: “No se trata de enfatizar la producción del espacio sino del espacio en sí como parte integral de la producción de la sociedad”. En este sentido, el espacio es parte integrante de la construcción de las subjetividades políticas. Massey conceptualiza el espacio en términos de relaciones y lo concibe en tanto proceso en formación, enfatizando en su carácter nunca acabado, nunca cerrado, en devenir.
El artículo de David Morley “Pertenencias. Lugar, espacio e identidad en un mundo mediatizado” parte de las características más ampliamente difundidas del mundo contemporáneo– los medios de comunicación y el tránsito de las personas– para reconceptualizar, en este marco, la idea de “hogar” concebido tanto como espacio doméstico o como espacio de pertenencia (e identidad) a distintas escalas geográficas: locales, nacionales o transnacionales. Es muy interesante observar las cauciones que establece el teórico respecto de “cierto elogio acrítico de toda noción de movilidad, fluidez e hibridez vinculado con el progreso”. Morley señala que este paradigma hegemónico de la posmodernidad se aplica al 1,6% de la población mundial. En este marco, recurre al concepto de “geometrías del poder de la espacialidad” (D. Massey), para argumentar la necesidad de un análisis que permita dar cuenta de las diferencias, en función de distinguir quiénes son, y en qué términos, los que tienen control sobre su movilidad.
Por su parte, Asu Askoy y Kevin Robins en “El que busca encuentra. Mirada transnacional y conocimiento-experiencia” abordan los fenómenos sociales y culturales ocasionados por la migración global hacia y a través de Europa. Particularmente se centran en el análisis del uso, por parte de las “comunidades de habla turca” radicadas en Londres, de los canales satelitales transnacionales. Proponen un modelo de análisis que supere los límites del imaginario nacional dentro del cual han sido estudiadas, generalmente según sostienen, las culturas mediáticas.
El capítulo de Francois Vergés “Deambular y escribir” propone el estudio de los mecanismos, discursos y técnicas que llevan a la invención de las personas descartables. En un ensayo que combina el registro autobiográfico con el análisis político, la autora realiza una lectura de la organización y la idea de descartabilidad a través del tiempo y en un espacio determinado. El sitio elegido es la Isla Reunión– lugar de nacimiento de Vergés– que aparece descrito en tanto “lugar que no importa”. Vergés desde la teoría poscolonial reflexiona sobre la historia del colonialismo francés en la isla y sobre la “creolización” como proceso creador de estructuras de identidad elaboradas en el marco de las zonas de contacto y de conflicto entre diferentes culturas.
La tercera parte del libro se denomina “Interioridades” y en ella es central el texto de Leonor Arfuch que aparece junto a los trabajos de William Rose y Denise Riley.
En “Cronotopías de la intimidad” Arfuch realiza una mirada sobre la escena íntima contemporánea y se propone hacerlo en lo que denomina una especie de “plano detalle”. De esta manera, partiendo de la categoría de cronotopos bajtiniana que establece la correlación indisociable de espacio, tiempo y afecto, Arfuch se centra en el análisis de la casa como cronotopo que a su vez despliega, casi en una lógica abismal exquisitamente trabajada, en diversos anclajes cronotópicos: rincones, jardines, cajones, álbum de familia, postales, etc. En una época caracterizada por el movimiento y la velocidad, Arfuch señala, como movimiento un tanto paradójico, la importancia de los viejos anclajes cronotópicos–énfasis temático sobre la tierra natal, la nación y la nacionalidad, memorias personales, testimonios, recuerdos, etc. Cabe aclarar que en el trabajo se hace evidente que en la actualidad la esfera de lo público y lo privado no pueden considerarse antinómicamente, sino como espacios simbólicos mutuamente implicados.
El artículo de William Rowe, “Escritura, pasión, espacio y superficie en la poesía de Jorge Eielson”, toma como objeto de reflexión la obra del poeta peruano para pensar “cómo el lenguaje genera el espacio, cómo los objetos generan el espacio y los distintos modos que se entrecruzan”. Rowe– que se interesa en pensar la poesía como una forma de conocimiento– apunta a trabajar la dimensión cinética de la escritura de manera de captar la economía real del tiempo.
Por último, Denise Riley en “Mentir cuando se dice la verdad” centra su reflexión en el plano del lenguaje para estudiar el efecto de incomodidad y culpabilidad que se genera en los sujetos cuando usan formas establecidas para decir la verdad. Recurriendo a ejemplos banales y cotidianos, Riley trabaja el intenso malestar que produce la excusa verdadera.
El recorrido realizado, intentando captar y caracterizar lo central de cada trabajo, permite dar cuenta que estamos ante un texto que se caracteriza por sus múltiples entradas. Entradas que iluminan, cada una y en conjunto, distintas aristas del mundo que nos toca vivir.