Foto: Helen Zout
Foto: Helen Zout

Apuntes fotográficos de posdictadura

Resulta muy interesante pensar la época posdictatorial en Argentina—desde los comienzos de la transición hasta nuestros días—a partir de la fotografía producida por sus artistas. Se trata de obras que dialogan con los reclamos de justicia y memoria de las organizaciones de derechos humanos, encabezadas por las Madres de Plaza de Mayo y otras agrupaciones de familiares de desaparecidos, quienes han acompañado insistentemente sus reclamos con imágenes fotográficas (en marchas, pancartas, pañuelos, recordatorios y banderas). Las fotos de las víctimas se han usado desde los años de la dictadura para exigir justicia y para constatar la existencia de la persona desaparecida: los retratos prueban las vidas negadas por el dispositivo burocrático desaparecedor.

Dentro del conjunto de producciones fotográficas actuales, el último libro de Helen Zout Desapariciones arma un recorrido elocuente por algunos momentos de las luchas políticas en torno a la memoria en los años de democracia. A continuación, nos detendremos brevemente en tres momentos de estas imágenes.

I - Buscar los huesos

Foto: Helen Zout
Cráneo con orificio de bala, morgue judicial, La Plata.

Foto: Helen Zout

Un cráneo agujereado de bala sostenido por dos manos que se pierden en la oscuridad. Un hombre corpulento y calvo vestido con traje plástico mira la cámara fijamente detrás de una camilla con un cráneo y otros restos óseos en una sala de la morgue. Se trata de las dos fotos que abren el libro de Zout; la tapa y la primera imagen, respectivamente: “Cráneo con orificio de bala, morgue judicial, La Plata” y “Exhumación e identificación de restos óseos, morgue judicial, La Plata”. Para presentar las desapariciones, la fotógrafa elige comenzar su libro con el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)[1]. Zout empieza por el final, por el encuentro de esos restos luego de décadas de búsqueda. Y son precisamente estas búsquedas las que se contraponen a la particular forma de ausencia que supone la noción de desaparecido. Ludmila da Silva Catela afirma que la categoría “desaparecido” representa una triple condición: la falta de un cuerpo, la falta de un momento de duelo y la de una sepultura (2001, 121). Dicha falta por triplicado será la marca constitutiva de la lucha por la memoria en nuestro país, marca que aparecerá por supuesto en muchísimas producciones artísticas. Las dos primeras fotos del libro (y otras dos que documentan situaciones similares: la búsqueda de restos en un descampado y un predio con una fosa común) vienen a revertir la tercera de estas características: la falta de una sepultura. Las imágenes muestran a la vez los restos de la dictadura en esos restos—el agujero de bala en el cráneo—y el trabajo científico que contrarresta al olvido—la tarea científica del forense se evidencia en el traje, la lámpara, la luz y las paredes—. Ambas imágenes tienden al preciosismo, a la belleza del blanco y negro, e incluso la primera de ellas puede confundirse con una vanitas contemporánea (el tono de advertencia de la vanitas también la habita). Zout abre el libro exponiendo el trabajo por la búsqueda de verdad y justicia que se da en el presente. Desde allí se abrirán nuevas marcas y otros tiempos.

II- Abrir los archivos

Foto: Helen Zout
Ford Falcon incendiado con dos personas no identificadas en su interior. Legajo policial de 1976.

Foto: Helen Zout

La imagen “Ford Falcon incendiado con dos personas no identificadas en su interior. Legajo policial de 1976” es la fotografía de una fotografía: una toma directa de imágenes pertenecientes a un archivo policial. A eso se debe el deterioro de la imagen, el blanco y negro granulado y evanescente. La foto es confusa, indeterminada, próxima a desaparecer. El “no identificadas” del título, que copia la jerga policial, marca la inestabilidad e indecisión de la imagen. Nada es certero en ella. Las personas que estarían en el auto incendiado no se ven, sus espectros se advierten apenas—sólo por el paratexto—entre el blanco de los fierros del auto paradigmático de los operativos represivos (el gobierno de facto mandó comprar cientos de Ford Falcon verdes sin identificación especialmente para realizar las detenciones). Ni siquiera el cuerpo del auto está completo: el baúl y las ruedas son absorbidos por el fondo negro. Máquina asesina, víctimas y fotografía se evaporan a la vez: se resisten a ser vistos y esta resistencia es, aunque pobre e insuficiente, su única visibilidad posible.

La fotografía madre no es, además, una imagen cualquiera, y marca un claro momento histórico de las reivindicaciones de los derechos humanos en Argentina: la apertura de diversos archivos policiales—instrumentos de control, persecución y muerte—que incluyen no sólo documentos escritos, sino también fotográficos. Precisamente, el trabajo de Helen Zout con el material de archivo policial es extenso. Ha sido la curadora de la muestra “Imágenes robadas / Imágenes recuperadas”, una serie de fotografías tomadas por agentes de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) entre los años 1936 y 1998. La muestra fue expuesta entre el 2004 y el 2005 en el Museo de Arte y Memoria de La Plata, dependiente de la Comisión por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires, y ha continuado como muestra itinerante desde entonces. Las imágenes de esta serie proporcionan el registro de cuando las cámaras de la DIPPBA dispararon y sentenciaron a militantes políticos, sociales y gremiales[2].

Las obras de Zout revelan que el hacer fotográfíco es siempre producción (un hacer que incluso podría definir lo que es una víctima, un verdugo, un “subversivo” o una “madre de terrorista”), ofreciendo densamente múltiples sentidos e intenciones. La riqueza de estas imágenes radica en todo lo que en ellas puede rastrearse sobre los modos de producción de tales acontecimientos: la persecución, la toma fotográfica, el tipo de imagen, el dentro y fuera de cuadro, las marcas posteriores. Sin embargo, la foto de Zout no apunta a la claridad del concepto o al análisis teórico, sino que expone una memoria desenfocada, siempre en movimiento, que no clarifica ningún hecho puntual. Es una memoria que hace frente al discurso homogéneo y conclusivo dictatorial, pleno de estereotipos, de condenables y de certezas de muerte. En otras palabras, es una forma de las “memorias subterráneas”, al decir de Michael Pollak, que, opuestas a las memorias oficiales o nacionales transmiten personajes, lugares y acontecimientos en medio de sombras, silencios y lo no dicho: “Es a la luz de estas zonas de sombra que es conveniente considerar la deformación, incluso la oscuridad, que caracterizan esos testimonios” (2006, 59). Aquellas palabras que Zout toma de la jerga policial para el título de su foto se confunden con otros sentidos, dan a sus obras el espesor de una memoria hecha de silencios, huecos y fracturas, inestable, siempre en movimiento.

III- Un desaparecido en democracia

Foto: Helen Zout
Jorge Julio López, sobreviviente del centro clandestino Arana. La Plata, 2000.

Foto: Helen Zout

Un tercer momento central en este libro son las fotos de Jorge Julio López, ex detenido- desaparecido y sobreviviente de la dictadura que en el año 2006 ha vuelto a desaparecer—continúa sin paradero desde entonces—tras atestiguar en la causa que condenó a un ex-policía torturador a prisión perpetua por genocidio. El libro presenta dos retratos bajo estos títulos, que también hacen de epígrafes: “Jorge Julio López, sobreviviente del centro clandestino Arana, La Plata, 2000” y “Jorge Julio López, desaparecido en democracia el 18 de septiembre de 2006. Su testimonio fue de vital importancia para la condena a prisión perpetua del genocida Miguel Etchecolatz”. En ambos, López aparece en primer plano, con el cuello y el principio del pecho desnudos, en gama de grises. En la primera imagen cierra los ojos dolorosamente, algo desenfocado. En la segunda, quieta y con más detalle, mira a cámara seriamente. Tales retratos se han vuelto paradigmáticos y han sido usados numerosas veces en los medios de comunicación de Argentina para denunciar el terrible caso. En el libro, aparecen acompañados y precedidos por otra foto: la de un dibujo de López donde él había graficado el accionar de un grupo de tareas de La Plata. Con tremendos dibujos, casi infantiles, bajo la leyenda manuscrita “Mujer gorda de V. Elisa”, López retrató a una mujer desnuda atada a un poste siendo torturada por dos hombres encapuchados y supervisados por un jefe, también encapuchado. Aquí la foto es prueba de una prueba judicial—como es el dibujo—que ha acompañado la declaración de un testigo central. Aparece primero su testimonio, en formato visual, y después la víctima convertida en víctima doble al desaparecer nueva y definitivamente. Como bien subrayan las imágenes de este libro al presentar dos veces el caso López, esta segunda desaparición ocurre en democracia y en el presente. Así, las fotos no se contentan con mostrar sólo los restos de ese pasado: más bien reconocen e insisten en señalar la parte del horror que aún late en nuestra sociedad (por eso este libro se presenta actual y doloroso).

La fotografía de Helen Zout invoca recursos sencillos—como presentar imágenes movidas o superpuestas—para complejizar el problema representacional de los desaparecidos y abordar a la vez diferentes planos, tiempos, actores y procesos. De este modo, construye un repertorio de imágenes que indagan múltiple y perturbadoramente, haciendo visibles las huellas presentes del pasado traumático en Argentina.


Natalia Fortuny es Licenciada en Ciencias de la Comunicación (Universidad de Buenos Aires), Magíster en Historia del Arte (IDAES/Universidad Nacional de San Martín), becaria doctoral CONICET y docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación (FSOC/Universidad de Buenos Aires). Actualmente, escribe su tesis para el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires sobre la memoria de la represión y la desaparición en la fotografía argentina y latinoamericana posdictatorial, dirigida por Ana Longoni y Felisa Santos. Dirige y participa en proyectos de investigación en la Universidad de Buenos Aires. Además de colaborar en revistas y otras publicaciones académicas, publicó los libros de poesía hueso (Ediciones En Danza, 2007) y La construcción (Gog y Magog, 2010). Su e-mail de contacto es This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.


Notas

 [1] El equipo se presenta así en su página web: “El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) es una organización científica, no gubernamental y sin fines de lucro que aplica las ciencias forenses -principalmente la antropología y arqueología forenses- a la investigación de violaciones a los derechos humanos en el mundo. El EAAF se formó en 1984 con el fin de investigar los casos de personas desaparecidas en Argentina durante la última dictadura militar (1976–1983). Actualmente, el equipo trabaja en Latinoamérica, África, Asia y Europa en cinco áreas programáticas: investigación, entrenamiento y asistencia, desarrollo científico, fortalecimiento del sector, y documentación y difusión.” Tomado del sitio web Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

 [2] El archivo de la DIPPBA, gestionado por la Comisión por la Memoria, es el primer archivo de Inteligencia Policial recuperado y abierto de nuestro país. Es un extenso registro de persecución político ideológica sobre hombres y mujeres a lo largo de medio siglo. En octubre de 2003 se abrió al público y ha aportado a causas judiciales, la averiguación de datos referentes a las personas y la investigación histórica y periodística. Consta de alrededor de 4.000.000 de folios, 750 casetes de video VHS con filmaciones propias y de programas televisivos, y 160 casetes de audio con grabaciones de eventos, así como cintas abiertas magnetofónicas. Los expedientes o legajos que lo componen se hallan distribuidos en ‘Mesas’, de acuerdo a que correspondan a unos u otros ‘Factores’ (político, social, económico, religioso, estudiantil, gremial). Aunque también existen ‘Mesas’ especiales para, por ejemplo, las actividades comunistas (mesa C) o las panfletarias (Mesa DS, ‘Delincuente Subversivo’). Entre los documentos más frecuentes en los expedientes se encuentran: afiches, prensa obrera, boletas de electorales, fotografías, prontuarios, causas judiciales, Habeas Corpus, solicitudes de paradero. Así como informes de Inteligencia sobre asambleas, movilizaciones, mesas redondas, actos eleccionarios, publicaciones, censura de libros y producciones artísticas, actividad panfletaria, huelgas y planes de lucha, panorama universidades nacionales, entre otros.