Entrevista con Yoani Sánchez

 

Yoani Sánchez: Sí, las Primaveras Árabes yo creo que fueron un antes y un después, no?  En el caso de la disidencia y de la tecnología, las Primaveras Árabes nos enseñaron que la tecnología no era solamente un mecanismo de evasión. No era solamente estar frente a un teclado o una pantalla casi en solitario, sino que también podían convertirse en un elemento de convocatoria, en una plataforma de reclamo cívico. De manera que creo que, como activista dentro de la isla, la Primaveras Árabes fue como decir “Podemos, podemos hacerlo”. Claro está, hay que combinar la tecnología y la calle, lo virtual y lo real.

Hay algunas razones que alejan un hecho como la Primavera Árabe de la isla de Cuba. En primer lugar creo que ese fermento de gente joven, inconforme, rebelde que se dio en muchos países de África del Norte está, en el caso de Cuba, muy disminuído. Tenemos una población muy envejecida y la mayoría de los jóvenes optan por la migración antes que por la rebeldía. Y bueno, también el elemento de la tecnología es bastante diferente a lo que ocurrió durante la Primavera Árabe. En el caso de Cuba, por ejemplo, la incidencia de la telefonía móvil, la incidencia de las redes sociales, la incidencia del internet es todavía minima. De manera que no contamos con esa infraestructura para convocarnos, para citarnos a una plaza como la plaza de Tahrir.

Interlocutores globales

YS: Me identifico mucho con la disidencia china. Por ejemplo, la disidencia virtual, en internet, quizás porque vivimos en sistemas similares, un poco en el control de información, en el monopolio del partido comunista. También me identifico mucho con la figura de Aung San Suu Kyi y todo el movimiento que está llevando ahora mismo en Birmania, quizás por un camino de transición de democracia. Así que, creo que me identifico con la gente que ha vivido escenarios similares al mio.

Disidencia permanente

YS: Sin lugar a dudas, la disidencia y la oposición siempre tienen que estar permanentemente señalando lo que no les gusta del poder. ¿Por qué? Porque si los dejamos solos, si dejamos a los poderosos rodeados de aplausos y de palabras de ánimo en lugar de crítica, sencillamente se apropian de los países. Sencillamente, llevan a las naciones por el rumbo que ellos quieran. De manera que la disidencia no solamente es importante, es vital. Un país sin disidencia, sin oposición, sin un sector crítico es un país adormecido, es un país fácil de gobernar, es un país manipulable.