
Performances de la migracion y de la identidad nacional: Las Danzas de Bolivia en Buenos Aires
Natalia Gavazzo
ABSTRACT
Performances of Migration and National Identity: Bolivian Dances in Buenos Aires
This paper summarizes different aspects of research about Bolivian migration to Argentina that focused on the changes in the practice of dances of Oruro's Carnival in Buenos Aires. Understood as performances in which nation and migration are displayed, these dances show how Bolivians build particular forms of identification through the production and reproduction of certain cultural manifestations in the migratory context. In their constant transformation, and within a discriminatory environment, the practice of dances reinforces migrants' presence as a group and allows them to demand a repositioning within the Argentine society. Additionally, this paper proposes that the "value adding" of "unwanted" migrants' cultural identity by performing it in prestigious places such as museums may contribute to questioning some imaginary basis of discrimination, showing an image of migrants as active agents in the process of their own recognition. As a consequence, performances can be considered not only as artistic events but as devices occasionally used by migrants not only for identity and difference- building but also for fighting against inequality and exclusion.
La migración desde Bolivia hacia Argentina ha sido intensa incluso antes de que ambas naciones se constituyeran como tales. Los primeros migrantes fueron asentándose en la zona fronteriza pero luego, a partir de 1940 y 1950, atraídos por la implementación del modelo de sustitución de importaciones, fueron llegando a otras provincias. Desde la década de 1960, la presencia boliviana se observa a lo largo y a lo ancho de todo el territorio argentino. La existencia de redes sociales ha facilitado no sólo el traslado de los migrantes, sino, además, la satisfacción de necesidades básicas de trabajo, vivienda, educación, y salud en Argentina. Además, estas redes les han permitido mantener vínculos con sus lugares de origen, y a la vez construir en el nuevo contexto lugares y prácticas de identificación vinculadas a Bolivia, entre las cuales las danzas tienen un lugar destacado.
Desde 1999 he investigado distintos aspectos de esta migración haciendo foco en los cambios en la práctica de danzas del Carnaval de Oruro del Altiplano boliviano que ha sido reconocido internacionalmente como patrimonio de la humanidad y que por ello representa, aunque de modo parcial y discutido, un símbolo de Bolivia. ¿Qué impacto tiene la migración a la Argentina en el modo en que estas danzas se practican en Buenos Aires? Para responder, he considerado estas prácticas como performances definidas como modos de comunicación estéticamente marcados, enmarcados de una manera especial, y actuados frente a una audiencia para su evaluación. ¿Qué pasa entonces con estas performances cuando cambian el contexto y las audiencias? ¿Qué nuevos significados emergen en ellas al ser representadas en diferentes eventos y para diferentes públicos en Buenos Aires?
Los bolivianos en esta ciudad construyeron y construyen formas de identificación propias a través de la producción y reproducción de ciertas manifestaciones culturales. En su constante transformación, estas prácticas reafirman su presencia como grupo y permiten reclamar reposicionamientos dentro de la sociedad nacional. La performance de danzas vinculadas a la nación ocupa un lugar central no sólo en la producción de un imaginario social respecto de “lo boliviano” en la ciudad (y así de procesamiento de la experiencia migratoria), sino en el establecimiento de ciertas relaciones sociales concretas, tanto en el “nosotros” de los bolivianos como con los “otros” con los que interactúa en Buenos Aires. Por un lado, al ser elementos privilegiados en los procesos de identificación, las danzas son asimismo el centro de constantes luchas por su definición y apropiación. Las disputas por controlar la representación de la identidad nacional develan la conflictividad interna de la colectividad boliviana. Mientras que algunos agentes, más conservadores y tradicionalistas, intentan imitar la práctica “originaria”, bailando por nostalgia y devoción, otros, generalmente más jóvenes, introducen nuevos elementos en las danzas que dan muestras de su dinamismo y centralidad para la construcción de sentidos de pertenencia y comunidad en un grupo profundamente fragmentado. Sin embargo, a pesar de que ciertos niveles de agrupamientos por regiones, edades y orígenes étnicos permanecen, los bolivianos en Buenos Aires mantienen fuertes relaciones como comunidad.
Por otro lado, la producción cultural vinculada a Bolivia circula en Buenos Aires en ámbitos a los que asisten, principalmente, los residentes de ese origen y sus familias. Esto puede explicarse por la vigencia de estereotipos y prejuicios tanto en el sentido común como en las políticas públicas que afectan a esta población. Argentina, que siempre se caracterizó por adoptar a inmigrantes de todo el mundo, por ser un “crisol de razas”, ha excluido de la diversidad cultural “aceptada” de la nación a gran parte de los inmigrantes, sobre todo a los limítrofes. En una nación que se identifica como “europea” y “blanca”, las políticas de control, reforzadas por los mensajes exhibidos en distintos medios de comunicación, expusieron a los bolivianos, en su gran mayoría de origen indígena o mestizo, a la exclusión. “Ser boliviano” es no sólo “ser diferente” sino generalmente “ser desigual”. Entonces, el contexto de la práctica de danzas constituye un ámbito “seguro” donde no se es discriminado. Algunos agentes incluso usan estas performances como herramientas políticas en la lucha contra la estigmatización y por el reconocimiento de sus derechos y del aporte cultural de esta migración.
A partir de las conversaciones e intercambios con los activistas culturales de la comunidad boliviana en Buenos Aires surgió la pregunta: ¿se puede, a partir de la difusión cultural, promover un cambio en los estereotipos negativos que se construyen respecto de “lo boliviano”? Si la cultura boliviana en esta ciudad, con una historia tan compleja y rica, se difundiese en ámbitos que frecuentemente le son “inaccesibles” de la “alta cultura” ¿no podría comenzar a revertirse la estigmatización de los bolivianos? ¿Podemos los investigadores sociales aportar nuestros conocimientos para estos fines? De este modo, en el 2003 tuve la oportunidad de ir más allá de la mera “transferencia de conocimientos” y de experimentar mis ideas, de poner a prueba mis hipótesis, y de “aplicar” el conocimiento producido en la organización de la exposición Kaipi Bolivia. Como curadoras, Consuelo Tapia y yo elaboramos una propuesta que consistía en una muestra de objetos pero sobre todo enmuestra de performances –danzas, música, teatro, gastronomía, fotografía, pintura, cine, y debates- que finalmente se realizó durante tres años consecutivos en un museo público como el José Hernandez y que tomó como punto de partida aquellas preguntas. ¿Se puede convertir la ‘visibilización negativa’ de los migrantes bolivianos en los medios de comunicación y en los discursos discriminatorios, en ‘visibilización positiva’ a partir de la valorización pública de su patrimonio cultural en la ciudad?
Mediante el conocimiento de este patrimonio, co-producido entre investigadores y activistas, pretendimos promover un intercambio entre los bolivianos y los no-bolivianos. Con Kaipi Bolivia pusimos a prueba nuestra capacidad de combinar teoría y práctica, investigación y gestión, explorando las potencialidades de un museo como cuestionador del sentido común y de una exposición como punto de partida para la elaboración de hipótesis de investigación. La “puesta en valor” de la identidad cultural de los migrantes “indeseados” a través de su performance en ámbitos como los museos puede contribuir a cuestionar los fundamentos imaginarios de la discriminación, proyectando una imagen de los migrantes como agentes activos en el proceso de su propio reconocimiento como grupo. Creemos así haber contribuido a crear un espacio de reflexión y de apropiación por parte de los que participaron, en el que se pudo "contar la historia" de los bolivianos en Buenos Aires a partir de sus cruces y heterogeneidades.
En conclusión, las performances -como las aquí mencionadas- pueden ser consideradas como emergentes sociales a partir de las cuales puede observarse la conflictividad que caracteriza a cualquier grupo social; tanto las luchas internas como externas. Su estudio permite además cuestionar la “autenticidad” de la tradición que sustenta a estas danzas en tanto género popular, a través de las innovaciones y cambios que van marcando las prácticas estéticamente. Cambios de espacios geográficos -como los que se dan en las migraciones internacionales- dejan su huella en las performances y las cambian a medida que los migrantes se asientan en el nuevo contexto y las nuevas generaciones las interpretan de modos diferentes. En este sentido, la participación de los hijos de bolivianos en estas performances y en la construcción de la tradición vinculada al origen de sus padres será la materia de futuros análisis, siempre entendiendo que la misma se construye cada vez que se apela a ella justamente en contextos específicos, es decir, durante su actuación frente a una audiencia. Y es especialmente cuando la audiencia discrimina y censura, margina y rechaza, cuando las performances adquieren un potencial como herramienta política. Considero que ese potencial está en gran medida en el enfrentamiento con el desconocimiento y prejuicio general. Si, en cambio, las danzas estuviesen reconocidas y valoradas, pasarían a ser una mercancía más -seguramente exotizada- en el mercado cultural argentino y parte de ese potencial se perdería pues no demandarían tanta militancia por parte de los migrantes ni les costaría tanto a los jóvenes identificarse con ellas. Del análisis de la práctica de danzas bolivianas en Buenos Aires se desprende entonces que las performances no sólo son eventos artísticos sino, en ocasiones, mecanismos utilizados por distintos agentes dentro de procesos de identificación y diferenciación y también de lucha contra la desigualdad y la exclusión.