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Cortesía: Felipe Rivas San Martín
La labandera. Cortesía: Felipe Rivas San Martín

La labandera de Felipe Rivas San Martín 

La labandera. Realizada por Felipe Rivas San Martín. Segundo Circuito de Disidencia Sexual: “Por un feminismo sin mujeres”. Santiago, Chile. 7 de junio de 2010.

Foto cortesía del artista.
“La labandera”, 7 de junio de 2010, Santiago de Chile

Cortesía: Felipe Rivas San Martín

“Blanco, azul, y rojo tres colores son. Blanco, azul, y rojo tres colores son…”. La reproducción de esta rima folklórica, intervenida digitalmente, es el telón de fondo de la performance “La labandera”, de Felipe Rivas, artista visual, teórico y activista en temas relacionados a la disidencia sexual, el posfeminismo, la teoría queer y la crítica cultural. La performance consiste en la proyección del cuadro de Mauricio Rugendas, El huaso y la lavandera (1835), mientras Felipe Rivas (vestido con camisa de lino desabotonada y pantalón negro) lava una bandera chilena con cloro. El lavado se lleva a cabo hasta que los colores empiezan a desprenderse de la tela, y ésta termina por desteñirse. Esta manipulación del símbolo patrio (la bandera) adquiere especial relevancia si consideramos que ocurre durante el primer gobierno de la derecha política después de la dictadura. Uno de los primeros actos de instalación simbólica del gobierno del presidente Sebastián Piñera fue el cambio del logo institucional y su reemplazo por una versión “estilizada” del escudo nacional. Desteñir la bandera es un gesto cuya eficacia puede medirse contra el regreso (explícito) de la derecha al poder, en medio de su frenesí por reemplazar los símbolos políticos de la coalición previa. Sin embargo, la performance no funciona sólo como un desafío a la tradición autoritaria que sostiene ideológicamente al actual gobierno. En efecto, la relevancia de “La labandera” no se juega únicamente en la relación entre signos políticos. La acción del lavado desarrolla una dinámica citacional que encarna una propuesta de relación entre actualidad y tradición (artística). La proyección del cuadro de Rugendas, que cae en un principio sobre un telón y luego sobre la bandera desplegada por Felipe Rivas, es una suerte de matriz para la performance; “La labandera” replica de manera especular la escena y la acción del “original”.

Foto cortesía del artista.
“La labandera”, 7 de junio de 2010, Santiago de Chile

Cortesía: Felipe Rivas San Martín

Este gesto de proyección sobre la bandera nos permite pensar a la pintura como matriz, no sólo de una acción de arte específica, sino también de una idea hegemónica, elitista y racializada de chilenidad. La nacionalidad que se ha articulado en torno al cuadro de Rugendas toma al paisaje rural y sus habitantes de manera bucólica, para dar sustento imaginario a un Chile aún incierto. Como señala el artista en un folleto distribuido el día de la performance, el cuadro “representa un ícono de la construcción del mito heterosexual y racial de la nación, en la imagen naturalizada del Chile campesino y la normalización de los roles sexo/genéricos”. En la idealización del campo quedan fuera las relaciones de violencia (de clase, racial y sexo-genérica) que ocurren en un país encaminado ambiguamente hacia la conformación de una economía agroexportadora dependiente y una sociedad oligárquica. Como metáfora de la chilenidad, El huaso y la lavandera tuvo un atractivo para las élites por su “pacificación” del campo, domesticando el espacio de conflicto social del Chile de principios del siglo XIX.

Así, “La labandera” se inserta dentro de la larga historia de la relación entre arte y construcción nacional. El gesto de Felipe Rivas parece buscar afirmar la voluntad de apropiación de la obra para deshacer la nacionalidad que se construyó en base al cuadro de Rugendas. Sin embargo, no es el cuadro mismo el que sirve para deshacer la chilenidad, sino su cita. Ante la imposibilidad de tener el original, se recurre a la cita para situar la acción. Rivas toma el cuadro prestado de manera fugaz, para llevar a cabo una acción doblemente iconoclasta: desteñir la bandera nacional y hacerlo imitando a la lavandera que el cuadro representa. No obstante, dicha iconoclastia tiene un carácter oblicuo, puesto que no se está atacando al objeto mismo, sino más bien parodiando los contenidos simbólicos y los repertorios representacionales que el cuadro utiliza.

Foto cortesía del artista.
“La labandera”, 7 de junio de 2010, Santiago de Chile

Cortesía: Felipe Rivas San Martín

Un elemento adicional que resulta particularmente potente es la relación entre el audio y la acción. El desteñido, en paralelo con la iteración de “blanco, azul, y rojo …”, ocurre mientras los arreglos y efectos (la voz es del mismo Rivas) hacen colapsar las palabras unas sobre otras. Los cambios de tempo contrastan con un lavado de frecuencia errática. En la misma medida que los colores se deshacen, el audio se entremezcla, generando interferencias. Podría sostenerse que el cuestionamiento de los presupuestos de la nacionalidad implica, entonces, el desdibujamiento de los límites representacionales que sirven para simbolizar dicha nacionalidad.

En rigor, la performance de Felipe Rivas resulta particularmente importante como gesto crítico que permite plantear nuevas posibilidades de composición de lo nacional y de la nacionalidad mediante la descomposición de uno de sus símbolos. El gesto del lavado no remite tanto a la purificación del símbolo nacional (como fue el caso de las protestas contra Fujimori en Perú) como a una crítica a las formas de construcción nacional; desteñir la nación como nuevo comienzo, más que purgarla del mal.


Matías Marambio de la Fuente es Licenciado en Historia por la Universidad de Chile, en donde cursa actualmente el Magíster en Estudios Latinoamericanos gracias a una beca de CONICYT. Editor de la revista digital Indie.cl y miembro del colectivo Expasiva: red de pensamiento desviado. Se desempeña como ayudante del proyecto FONDECYT “Funciones políticas de las imágenes en Dictadura: la ilustración de libros en la Editora Nacional Gabriela Mistral (1973-1976)”. Sus intereses están en el cruce entre estudios visuales, historiografía y teoría y crítica cultural en América Latina.