
Adelante sin miedo
Marta Rivera García
Adelante sin miedo, acción de Gustavo Alvarez. Ex Teresa Arte Actual, Instituto Nacional de Bellas Artes, México D.F. 24 de junio 2011.
Acción expiatoria de la violencia cotidiana en Chihuahua, muerte, violencia, éxodo, nadie quiere estar aquí donde todos somos blancos de la delincuencia organizada, donde todos estamos expuestos a un levantón, un asesinato, un femenicidio, aquí aguantan sin opción miles de familias, quieren salir y no pueden, quieren huir y no tienen dónde. En este tono comienza la acción de Gustavo Alvarez, golpeando con un cráneo color jade el suelo del Museo Ex Teresa Arte Actual, resonancia que llega del suelo a nuestro pecho, de nuestro pecho a nuestro corazón; así anuncia su llegada la muerte, sin concesión y sin permiso de fallar. Alvarez porta una máscara que aluce a la muerte, es de un luchador cuyo nombre es propicio La Parka.

Después de transitar el espacio golpeando se dirige al centro y extiende la bandera dolida de este México, ahí al centro se ilumina la Patria y se hacen presentes una hielera blanca que no sabemos que contiene, pero de inmediato nos evoca a esa técnica utilizada por el sicariato, donde depositan las cabezas de sus detractores. El performancero se dirige a la hielera para destaparla y nos damos cuenta que contiene tierra. La vierte poco a poco sobre la bandera hasta cubrirla, así en pocos segundos compartimos el duelo de esta tierra ensangrentada. Mientras tanto Alvarez traga tierra, la masca…. saboreándola lentamente para después repartirla a puños entre el público asistente, atmósfera con sentimientos encontrados: esta el simbolismo de fecundidad y reproducción, pero no podemos dejar de remitirnos a ese último puño de tierra que cae sobre el muerto, a la tierra como retorno de lo vivo, muerte-vida, vida-muerte, mientras Alvarez traga la tierra. Se alternan silencios con frases rotas que en voz alta repite, se escucha: RETORNO… Los asistentes se ven las manos sucias con tierra que delata.
Al centro iluminado solo queda el lienzo tricolor con una figurilla y el cráneo color jade, espacio simbólico que condensa a toda una nación. Musgus, como también se hace llamar el artista, diambula por ese no lugar, ya sin máscara se dejan ver en su rostro unos gogles oscuros que marcan un hasta aquí, que nos limitan el contacto visual, que nos reflejan y de cierta manera cuando se acerca nos vemos en él, pura especularidad que nos hace habitantes de la acción. Alvarez se dirige a un extremo del lienzo y lo comienza a desprender para enrollarlo poco a poco. Entre dobles y dobles termina adentro esa pequeña figurilla que alude a la cultura raramuri y el cráneo color jade, dicotomía que habita las entrañas de ese territorio que ahora se comprime y se hace pequeño ahí donde cabíamos todos ahora no existe. Comienza a envolverlo con cinta adhesiva hasta formar un paquete; mientras que realiza esto comienzan a aparecer en la pantalla de atrás imágenes cotidianas en este México de los últimos tiempos, fotografías explícitas de ejecuciones, decapitaciones en su mayoría, mutilaciones, cuerpos desnudos tirados sobre el asfalto.

Una y otra vez se repiten mientras que el artista de rodillas, golpea contra el suelo ese paquete que no es más que una patria vapuleada y dolida; se detiene colocando el envoltorio frente a él, parece tomar aire mientras saca de su morral una rollo de cinta adhesiva. Las imágenes siguen a sus espaldas, mientras que comienza a enrollarse la cabeza con la cinta, vuelta tras vuelta se deja escuchar el rechinido casi rítmico, cadencia que va en aumento hasta dejar totalmente tapado el rostro. El sentimiento de asfixia se apodera del entorno, alcanza a sacar una navaja, misma que muestra en lo alto de su mano, esperando que el mensaje llegue, depositando la posibilidad de salir bien librado en el otro—ese otro que no conoce y que sin embargo confía en su ayuda, así después de segundos tensos alguien se anima corre hacia el quitádole la navaja y de un corte rasga la cinta a la altura de la nariz, se escucha la respiración contenida acelerada como dando gracias. Pero aún tiene en todo su rostro toda la cinta así que ahora levanta unas tijeras, una mujer se acerca y corta la cinta para liberarlo totalmente.
Alvarez se incorpora lentamente y al fin vemos su rostro completo. Busca a su alrededor el paquete, lo encuentra y lo toma entre sus brazos lo aprieta a su pecho, tal vez de manera protectora o simplemente con la intención de llevarse lo que aún queda de este México y mantenerlo a salvo. Así comienza a dar pasos firmes mientras que en voz alta se escucha ADELANTE SIN MIEDO…. ADELANTE SIN MIEDO…. ADELANTE SIN MIEDO…, así paso a paso repite la misma frase de manera clara y potente, las pisadas también retumban y el eco de las palabras se mezcla con el dolor compartido. El artista abandona el espacio y el silencio se rompe.