Esta obra está basada en una novela de Christa Wolf, en la cual relata la historia de la caída de Troya desde la perspectiva femenina de Kassandra. Es una obra sobre la guerra, pero también sobre las libertades civiles, sobre el derecho a la claridad en contra de los sistemas de poder organizados por estructuras jerárquicas y sobre las crueldades sufridas por los excluidos y los procesos de exclusión en sí con sus leyes invisibles. ¿Por qué uno empieza una guerra? Al presentarle al público máquinas de muerte, Kassandra los incita a cuestionar los valores de guerra y de heroísmo por los cuales atraviesa nuestra cultura. ¿Qué pasó con estos valores una vez nos enfrentamos a los horrores del siglo veinte? ¿Qué le ocurrió a nuestras tradiciones artísticas y su capacidad de examinar nuestra civilización? En el contexto actual: ¿es la vanguardia -ese concepto artístico que toma prestado una metáfora de la guerra sin importarle lo que pueda significar- algo más que un salto irresponsable hacia adelante? Utilizando elementos y material iconográfico de la Segunda Guerra Mundial, la Alemania Nazi y la bomba atómica de 1945, este performance recupera el significado de un arte que no le teme a las cuestiones cruciales y dolorosas de nuestro tiempo, sino que las enfrenta y las confronta para entenderlas mejor. Concebido como un sincretismo heterogéneo de temporalidades, Kassandra está basada en el antiguo archivo trágico de las mujeres víctimas de Troya, comprimiendo casi tres mil años de cultura en gestos simultáneos y similares: la violación, el saqueo y el imperialismo belicista masculino, representado por la falocracia que impregna el comportamiento y el discurso masculino occidental.

Miércoles, 15 Septiembre 2010 19:29

As domésticas (1985)

Esta puesta en escena de Las criadas de Genet se centra en las relaciones de explotación y subordinación que informan las diferencias de clase entre las dos criadas y la señora, que es rica. La producción enfatiza el tema de un universo femenino sometido a una sociedad esencialmente machista, haciendo que los personajes femeninos sean interpretados por hombres. El set -sillas para el público, una cama doble, un armario y un tocador con un espejo- está decorado con flores, cortinas de raso, un altar de un santo que representa a la señora y una pintura grande de un falo. La puesta en escena se lleva a cabo como un acto místico-erótico y la configuración completa de los muebles es fálica. En los juegos de representación que juegan las criadas, las ambigüedades en su relación con la señora se vuelven obvias. Están conectadas a la imagen de la señora por afecto, erotismo y odio, mientras nutren un profundo sentimiento de desprecio a cada cual, ya que ven en la otra lo que realmente son. Su mayor deseo no es eliminar la clase a la que pertenece su señora, sino que ocupar su lugar en la sociedad.